

I. A lo largo de aquel día erró por la casa, pálida y triste, intentando comprender lo que le había ocurrido. Le era imposible creer que nunca más oiría la voz de su madre, ni vería su dulce sonrisa. Cierta noche, en que no podía conciliar el sueño, saltó de la cama y se fue a la ventana a contemplar el jardín, donde las dores ocultaban su tristeza en la oscuridad. Las ramas de los árboles, movidas por el viento, parecían crujir de pena, y la luna, a su vez, como si llorara, estaba casi escondida entre las nubes.
II. Y entonces ocurrió algo extraño. Mientras la niña lloraba y las lágrimas humedecían sus mejillas, le pareció ver la figura de una vieja entre los arbustos, al borde del césped. La oscuridad no permitía distinguir bien la extraña figura, que iba cubierta con una larga capa negra, tocada con un sombrero puntiagudo y se apoyaba en un bastón. Por un momento la luna llena brilló con fuerza e iluminó la cara de la mujer, que parecía mirar fijamente a la niña. Era el suyo un rostro de anciana, pero su semblante denotaba una ternura extrema, y la sonrisa que tenía en los labios revelaba tanta bondad, que la niña alargó sus brazos hacia la aparición, y la llamó.
III. Entonces las nubes cubrieron el rostro de la luna y las sombras se adueñaron del jardín. Cuando la luna volvió a brillar, la niña vio que aquella figura había desaparecido. ¡Qué cambiada aparecía la casa ahora, sin la madre, que era quien ponía en orden las cosas! El padre de Carina casi no salía de la biblioteca. Criadas y mozos chismorreaban en las escaleras y en los pasillos en vez de cumplir con su obligación, y la niña andaba de un lado para otro, sin hablar con nadie ni hacer nada.
IV. Incluso el jardín no era igual que antes, y los frutos que maduraban en la parte más soleada del huerto apenas tenían sabor. Ya no se celebraban fiestas en la casita del jardín, de la que nadie cuidaba, y por allí corrían a su antojo toda especie de bestezuelas: sabandijas, arañas y ciempiés, que le daban mucho miedo a Carina. ¿Cómo sentirse tranquila donde reinaban lagartijas y arañas? La culpa era del jardinero, que se había vuelto muy perezoso y se pasaba el santo día con los brazos cruzados, fumando su pipa y contemplando el paso de las nubes.
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Mientras Carina sollozaba у las lágrimas rodaban por sus m ejillas, ...
Приведем предложение из II абзаца. Mientras la niña lloraba y las lágrimas humedecían sus mejillas, le pareció ver la figura de una vieja entre los arbustos, al borde del césped.
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Приведем предложение из I абзаца. Las ramas de los árboles, movidas por el viento, parecían crujir de pena, y la luna, a su vez, como si llorara, estaba casi escondida entre las nubes.
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Приведем предложение из IV абзаца. Incluso el jardín no era igual que antes, y los frutos que maduraban en la parte más soleada del huerto apenas tenían sabor.
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Ya no se festejaban en la casita del jardín, dejada al o lv id o, ...
Приведем предложение из IV абзаца. Ya no se celebraban fiestas en la casita del jardín, de la que nadie cuidaba, y por allí corrían a su antojo toda especie de bestezuelas: sabandijas, arañas y ciempiés, que le daban mucho miedo a Carina.
Правильный ответ указан под номером 2.


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В абзаце III — las sombras se adueñaron del jardín
Entonces las nubes cubrieron el rostro de la luna y las sombras se adueñaron del jardín. — Тучи заслонили луну, и тени покрыли сад.
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В абзаце IV — se había vuelto muy perezoso
В данном контексте фраза se había vuelto muy perezoso означает, что садовник стал очень ленивым.
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